Jon Fuentes

26814457_10215424965518697_864437839438380097_nNací el 26 de abril de 1990 en Girona, Cataluña. Sin embargo, con solo quince días realicé su primer viaje para instalarme en Valencina de la Concepción, un pueblo del aljarafe sevillano, dónde crecí soñando con ser alfarero. De pequeño, ver como alguien transformaba un trozo de barro en otra cosa, siempre me llamó la atención. En ese entonces no sabía que el valor estaba ya en el trozo de barro, no en la pieza final.

Pero uno crece y toma como verdad absoluta ciertas frases como “eso no da dinero” o “tienes que triunfar” y con ocho años abandoné mi sueño de ser alfarero y terminé buscando profesiones que aportasen a mi bolsillo mucho dinero. Ya sabes lo que dicen, que sin dinero no eres nadie.

Sin embargo, las personas crecen y hacerlo me regaló algo de lo que no fui consciente hasta que pasaron unos años. Ese presente fue la “libertad”. Sí, con ocho años, ya era hora de soltarse de la falda de mamá y empezar a caminar solo. Y sí que caminé, hasta la biblioteca que tenía al lado de casa y los dos minutos que tardaba en llegar, se convirtieron en el viaje de mi vida.

Allí descubrí la magia que se esconden en las palabras y fui devorando poco a poco cada libro que pasaba por mis manos. Empecé a crecer por fuera y por dentro, a cuestionarse cosas y a conocerme. Dejé que cada libro, película, canción y persona que se cruzaban en mi camino me regalase lo mejor que tenían y creé lo que hoy en día considero mi isla.

A los veintiséis conocí, en forma de talleres, la inteligencia emocional. Algo sobre lo que tanto había leído se hacía tangible y fue ahí dónde aprendí que hacer algo pequeño es mejor que no hacer nada. Entonces empecé  a creer que mi sueño de ser alfarero era factible si encontraba los materiales adecuados. Que en este caso, resultaron ser las personas.

Escritor, emprendedor, ilustrador, diseñador gráfico, son algunas de las etiquetas que me han puesto en estos años. Sin embargo, esas etiquetas no soy yo. Mi sueño es simplemente inspirar e ilusionar a las personas, hacerlas reflexionar y contribuir a que logren su felicidad. Mi objetivo es que te conviertas en un faro para cada personas con la que te cruces y a eso, ponle el nombre que quieras.

«Dejemos de huir del daño y aceptémoslo como lo que es, la única manera de crecer.»